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ESTUDIOS DE CASO Nº 87 ¿SEGURIDAD SOCIAL PARA TODOS O UNOS POCOS?

En 1981 se reformó el Sistema de Previsión Social chileno desde un sistema integral, de reparto y solidario con financiamiento tripartito, a uno de capitalización individual administrado por instituciones privadas. Transcurridos más de 20 años de la instauración del nuevo sistema, este estudio analiza la situación previsional de los afiliados con el fin de cuantificar las pensiones esperadas e identificar a los que accederán a una pensión mínima. Para ello se desarrolla un modelo de simulación que permite estimar las pensiones que recibirán los trabajadores chilenos en distintos escenarios: rentabilidad de los fondos, nivel de ingreso, vínculo laboral, género, densidad de cotización y distribución temporal de los aportes previsionales. La información utilizada para elaborar el modelo proviene de la Superintendencia de AFP, del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y del Ministerio del Trabajo y Previsión Social. Los resultados sugieren que tendrán acceso a una pensión de vejez, superior a la mínima, aquellos grupos de cotizantes que perciban ingresos pertenecientes a los quintiles 3, 4 y 5, con densidades de cotización entre el 50% y 100%, y con rentabilidades de 4% o más. Asimismo, los resultados implican que las tasas de reemplazo esperadas fluctúan entre 35% y 70% para los hombres y entre 23% y 47% para las mujeres, suponiendo una rentabilidad real de los fondos del 4%. El estudio identifica a otro grupo importante de cotizantes que no tendrá acceso a una pensión mínima garantizada por el Estado. Ellos pertenecen a los quintiles de ingresos 1 y 2, con densidades de cotización del 25% y con escenarios de rentabilidad inferior al 4%. Sus tasas de reemplazo fluctúan entre el 6% y el 17%. Además, se estima una aproximación del gasto que tendría que realizar el Estado para financiar las pensiones mínimas. Las simulaciones muestran que el valor presente de los montos involucrados por cada trabajador ascendería, en el mejor de los casos, a $ 212.037; escenario que representa al grupo de mujeres independientes, con densidad de cotización del 50% y rentabilidad del 6%. En el otro extremo, el mayor gasto fiscal ascendería a $ 16.140.561 correspondiente al grupo de mujeres ubicado en el quintil 1 con distribución de los aportes al final de su vida laboral, con densidad de cotización del 50% y rentabilidad del 2%. Finalmente, el estudio sugiere que, para revertir esta situación, es necesaria una política pública activa basada en programas de educación masiva que ayuden a los trabajadores a conocer los requisitos y beneficios del sistema de pensiones. Asimismo, el trabajo muestra la incidencia de los mercados laboral y financiero en la acumulación de fondos.

Areas: políticas públicas
Fecha: septiembre 2005

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